Focalización Sensorial: Técnica para combatir las disfunciones sexuales.
Una de las técnicas más utilizadas en la terapia sexual es la focalización Sensorial. Esta técnica es maravillosa porque nos recuerda algo que a veces pasamos por alto que es pararnos a disfrutar de las sensaciones. La mayaría de las veces, se asocia la sexualidad únicamente con los genitales y el coito, pero es mucho más que eso. Vamos a hablar sobre ello.
¿EN QUÉ CONSISTE LA FOCALIZACIÓN SENSORIAL? Cada miembro de la pareja debe acariciar por turnos a la otra persona. Los turnos son entre 20-30 minutos. La persona que acaricia debe recorrer todo el cuerpo de su pareja y para ello puede utilizar algún utensilio como por ejemplo una pluma. En la primera fase de la aplicación de esta técnica, como norma, se prohíbe el coito debido a que el objetivo no es la excitación sino sentirse a gusto tanto acariciando como siendo acariciado. Por ese motivo, no se permite que se acaricien los genitales. En una segunda fase, normalmente una semana después, se permiten las caricias en los genitales pero sin darle más importancia que al resto de las partes del cuerpo. En la tercera fase, se permiten caricias genitales más específicas.
Esta técnica suele producir muy buenos resultados cuando la ansiedad es la causa del problema, pero no se puede aplicar de manera sistemática. Un terapeuta debe evaluar si puede ser útil para la pareja o no. Por ejemplo, si hay problemas relacionales es necesario trabajar primero en esos niveles de interacción. El contacto físico es importante, pero quizás sería conveniente comenzar con agarrarse de la mano o darse un abrazo.
Masters y Jonshon crearon esta técnica de la que hablamos en la década de 1970, cuyo objetivo es cambiar la manera que tienen las parejas de relacionarse en el ámbito sexual. Es un protocolo muy riguroso que hoy día no se suele llevar a cabo de manera rígida, pero la idea persiste y forma parte de diferentes protocolos existentes para las disfunciones sexuales.
¿MÁS PAUTAS ÚTILES?
Además de la Focalización Sensorial, un terapeuta experimentado puede adaptar una serie de pautas recomendadas para el caso en concreto. Entre las más usuales aparece la propia estimulación, sería como la focalización sensorial personal. Esta pauta hace referencia a la importancia de conocer nuestro propio cuerpo, averiguar que nos gusta y que nos produce placer.
Sobre todo en el caso de las mujeres este suele ser un tema tabú. Puede que la autoestimulación esté asociada por la persona con un acto impuro o pensamientos desagradables. Hay que indagar en cuáles son las ideas preconcebidas que están influyendo en nuestra experiencia sexual. La psicoeducación es una labor muy importante también.
Otra de las pautas habituales en este tipo de terapia es la comunicación de las propias preferencias sexuales. Un mito común en las parejas es “Si me conociera sabría que me gusta” o “Si tengo que pedirlo, ya no lo quiero”. La concepción del amor romántico y los príncipes azules han hecho mucho daño. La comunicación es precisamente el camino al conocimiento.
Además, es muy importante que cada pareja encuentre su propio puente transicional hacia el deseo sexual. Tiene que buscar que situaciones o sensaciones precipitan el deseo. El prototipo es la típica cena romántica con velas, pero si buscamos algo más adaptado a la forma de ser de la pareja y a su día a día, funcionará mucho mejor.
Otro de los clásicos es generar nuevos escenarios de intimidad adecuados, es decir experimentar cosas nuevas pero sin presiones. Muy importante que sea un ambiente cálido cuya finalidad sea sentirse a gusto, no la excitación en sí misma.
¿QUÉ TIPOS DE DISFUNCIONES SEXUALES HAY?
Entre las causas más comunes nos encontramos la Ansiedad. Puede que tu cuerpo te esté informando que no puede seguir ese ritmo frenético de vida. Te está pidiendo cambios y nuevos hábitos. Por ello, es tan importante poner la atención en uno mismo. Escucharse y cuidarse.
Si consideras que puedes tener alguna disfunción sexual, no dudes acudir a un terapeuta para que realice un estudio individualizado de tu caso. Hay que averiguar dónde está el origen del problema. Posteriormente, se podrá trabajar para cambiar los patrones relacionales de la pareja y poner en marcha algún protocolo específico si es necesario.
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