Según el informe de la Sociedad Española de Oncología: uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres tendrá cáncer en algún momento de su vida. Son datos bastante alarmantes que demuestran que es un tema que está a la orden del día. Por desgracia, “en algún momento de su vida” también puede ser en la infancia.
El cáncer infantil es diferente al de los adultos y es mucho menos conocido por nuestra sociedad. La buena noticia es que LAS POSIBILIDADES DE RECUPERACIÓN SON MAYORES. Concretamente, hay un 70% de curación en los niños en España. Similar al de los países más desarrollados. Datos que informan que nuestros tratamientos y profesionales son tan buenos como en Estados Unidos por ejemplo.
Dentro de la psicología, la Psicooncología es uno de los ámbitos que tratamos. Por ello, desde Psicotorres queremos dar una serie de pautas que pueden resultar de utilidad.
Es de suma importancia adaptarse a las necesidades psicológicas del niño:
Como hemos mencionado, hay que explicarles lo que les ocurre. La idea de “si no sabe, no sufre” es un error muy común, lleno de buena voluntad, pero al final daña más al niño. Este error se denomina “la conspiración del silencio”. Los niños, por muy pequeños que sean, manejan información. Lo que no sabemos es cuánta y si esta es fiable. Al privarle de la información, le estamos quitando la posibilidad de comprender lo que le ocurre generando una serie de consecuencias como son: El sufrimiento, el aislamiento, el dolor emocional, el miedo… debido a que el “no saber” activa nuestra mente de manera negativa. Como decíamos, es muy importante que el niño no se sienta engañado. Hay que explicarles lo que le ocurre con sencillez y claridad.
Una herramienta que se puede utilizar para comunicarse con los niños son los recursos transicionales. Se pueden utilizar marionetas, dibujos, cartas etc. Estos elementos facilitan la expresión de sentimientos de manera indirecta.
El tema del dolor, suele ser una de las cosas más preocupantes. En este sentido, existen métodos para controlar el dolor:
Otro de los pensamientos comunes es creer que el niño está mejor en el hospital que en casa. Cierto es que en algunos momentos estar en el hospital es inevitable pero por lo general, el niño donde mejor está es en su entorno.
En este sentido, lo recomendable es hacer los mínimos cambios posibles en su rutina. Por ejemplo, tener los medicamentos en un lugar apartado para que no invadan la casa, o continuar escolarizado exigiéndole, en la medida de lo posible, lo mismo que a sus compañeros. Todo ello genera al niño una sensación de normalidad y control sobre la situación.
Tampoco tiene que aumentar el grado en el que estamos pendientes de él, debido a que si empezamos a sobreprotegerle, eso le generará intranquilidad. Mucho cuidado con dejar de lado a los hermanos, puede que se sientan culpables por estar sanos, puede que crean que son responsables de la enfermedad, o que se estén sintiendo abandonados. Hay que implicarles en este proceso que está viviendo a familia.
A los familiares y amigos también hay que pedirles que traten al niño como lo han hecho siempre. Aunque esto no quiere decir que haya que convertir la enfermedad en un tema tabú. El niño debe saber que puede preguntar y hablar de lo que le preocupe y que estamos disponibles cuando lo necesite. Además, es positivo preparar al niño para responder a las dudas y preguntas de sus amigos y compañeros.
Por último, queremos recordar que para cuidar hay que cuidarse, por ello sería positivo organizar periodos de descanso para los cuidadores principales del niño. Como ya hemos dicho en otras ocasiones, si constantemente aportamos nuestras energías a los demás, va a haber un momento en el que se agoten y suframos ansiedad. Por ello, aunque nos cueste, pongamos la atención en nosotros mismos, dediquemos unos minutos del día para escuchar cómo nos sentimos y encarguémonos de nuestras emociones.
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