En los últimos tiempos nos encontramos una especie de epidemia de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Esto es así debido a la gran influencia que tienen las variables socioculturales en nuestra identidad. Se ha idealizado la delgadez y el culto al cuerpo. Existen varios tipos de TCA. Los vamos a mencionar brevemente y nos centraremos en el tratamiento de uno de ellos, la Anorexia Nerviosa.
El criterio diagnóstico principal de la AN es un índice de masa corporal (IMC) inferior a 17.5. Se caracteriza por un miedo intenso a ganar peso o volverse obeso. También existe una alteración de la percepción del peso o silueta corporal. En el caso de la mujer es común la amenorrea.
Existen dos tipos de AN:
Con la actualización del DSM han desaparecido los subtipos y existe gran polémica al respecto. Sin embargo, a nivel clínico es importante diferenciar si el paciente utiliza métodos purgativos (vómitos, laxantes…) o no purgativos (ejercicio, dieta…) ya que los sentimientos asociados y tratamiento son diferentes.
Además de la sintomatología bulímica, al menos 3 de los siguientes síntomas:
Este diagnóstico se realiza cuando existen varias características de los distintos TCA que hemos mencionado. Es lo que comúnmente se conoce como “cajón de sastre”.
El objetivo principal de cualquier tipo de terapia ante la AN es el aumento de peso debido al alto riesgo de desnutrición que puede llegar incluso a la muerte. Otro de los objetivos prioritarios (además de la alianza terapéutica) sería fomentar la conciencia de enfermedad. Esta es la base que permite comenzar el análisis.
Desde un punto de vista psicoanalítico, la anorexia es un rechazo melancólico a comer, que a nivel inconsciente simboliza el rechazo del otro. No hay que perder de vista que la adolescencia es uno de los periodos críticos donde puede aparecer este trastorno. Precisamente, en ella, se revive el proceso de Individuación/separación que tiene que ver con la aceptación del otro como ajeno de sí mismo. Existe evidencia empírica de la dificultad en este proceso con los TCA. En este sentido, uno de los objetivos de la terapia debe dirigirse a crear una experiencia emocional correctora que pueda cambiar dependencias infantiles regresivas cuestionando la manera de vincularse con otras personas. Hay que hacer un buen análisis del entorno familiar a lo largo de la historia de vida.
Un pensamiento común en pacientes con AN es que si comen van a morir, paradójicamente ocurre lo contario. “No comer” simboliza la búsqueda de control. Como no pueden controlar el mundo exterior, controlan su cuerpo para saciar esa necesidad. Es decir, representa un “yo decido”, “yo tengo las riendas de mi vida”, “en mi cuerpo mando yo”. Sin embargo, es una forma de autodestrucción que puede acabar con la vida que pretenden manejar.
También simboliza una solución a sus conflictos internos. Por ejemplo, el rechazo del alimento puede convertirse en un mecanismo para regular los afectos. Es común el “no quiero sentir”. Hay que ayudarles a expresar sus sentimientos, sobre todo los relacionados con la baja autoestima y la hipersensibilidad a la crítica de los demás.
Hay que fomentar la expresión de sus deseos y necesidades. Asimismo, se trabaja sobre la aceptación de sus limitaciones y la elaboración del duelo que pueden sentir al descubrir que no son omnipotentes, que no pueden ser sujetos perfectos y que no pueden controlarlo todo.
La anorexia está relacionada con la rigidez, el perfeccionismo, las fobias, el aislamiento social y como hemos mencionado, la especial búsqueda de control. Comúnmente encontramos que es un reflejo del miedo a crecer, a la independencia y a la sexualidad humana, entre otras cosas. Es de suma importancia analizar todo esto con los pacientes de manera individualizada.
Otra de las labores del psicólogo es indagar en las distorsiones cognitivas. Las más comunes son:
Hay que ir analizando una a una y reestructurar el pensamiento. Someterlo a debate para que comience a interpretar la realidad de manera diferente. Por ejemplo, a través de la interpretación, un terapeuta psicoanalítico puede ir ayudando a construir nuevas formas de pensamiento. Siendo este uno de los objetivos fundamentales: aprender a mirar desde otra perspectiva. Es decir, cambiar las siglas T.C.A por A.T.C. que significa AMA TU CUERPO.
[…] El Trastorno límite de la personalidad es uno de los trastornos de la personalidad más graves. Se caracteriza por la impulsividad, el pensamiento dicotómico (blanco o negro). Priman las sensaciones de vacío, soledad, angustia… que en ocasiones intentan paliar con un obsesivo interés por múltiples cosas u objetos. Tienen una intensa inestabilidad tanto emocional como manifestada en las relaciones interpersonales. En la base hay un profundo miedo al abandono y están dispuestos a cualquier cosa por no ser abandonados. Son muy frecuentes las conductas autolíticas. La agresividad que sienten puede ser descargada tanto hacia ellos mismos como hacia los demás. También son comunes las conductas de riesgo como el abuso de alcohol y drogas. Asimismo, puede tener comorbilidad con otros trastornos como por ejemplo el Trastorno de la conducta alimentaria. […]
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