Según la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), el TDAH afecta al 5% de la población infantil y adolescente en la mayoría de las culturas. Es más frecuente en varones, las mujeres tienen una mayor tendencia a la inatención. Es entendido como un problema global en la vida del niño/a que repercute al rendimiento académico y en sus relaciones sociales y familiares.
Durante el desarrollo evolutivo presenta disfunciones a nivel neuropsicológico y conductuales. Además de una frecuente comorbilidad con otros trastornos como por ejemplo, el negativista-desafiante, disocial, ansiedad, depresión, dificultades de aprendizaje o problemas en las relaciones sociales. En la adolescencia la tasa de comorbilidad es más alta que en niños de preescolar encontrando una alta relación con la delincuencia, los comportamientos sexuales de riesgo o abuso de sustancias.
El TDAH aparece en los primeros años de la infancia y puede cambiar su transcurso evolutivo. En los primeros años es más característica la hiperactividad y la inatención. En la adolescencia la inatención se mantendría estable, la hiperactividad disminuye y la impulsividad suele aumentar.
Los criterios diagnósticos que propone el DSM-5 son:
Dentro de este trastorno existen diferentes subtipos: El déficit de atención, la hiperactividad/impulsividad o combinado cuando presenta síntomas de ambos subtipos.
El tratamiento psicológico para estos niños debe ser multidisciplinar. Deben trabajar en equipo el psicólogo, los padres y los profesores. El tratamiento más divulgado es el asesoramiento a padres y profesores en la utilización de técnicas de modificación del comportamiento. Es decir, se enseña a utilizar estrategias para aumentar las conductas deseables y disminuir aquellas conductas desadaptativas. Por ejemplo, una estrategia a tener en cuenta es el uso de la Atención. La atención es el refuerzo más potente por lo que hay que tener cuidado. Si reñimos al niño ya está recibiendo atención, si es lo que busca, repetirá la conducta. Estas técnicas son complejas y no pueden utilizarse de manera estandarizada para todo el mundo. Un terapeuta experimentado en ellas debe guiar su utilización.
Por otro lado, el TDAH es uno de los trastornos más diagnosticados en la infancia. Ante esta realidad debemos tener una mirada crítica y preguntarnos que si de verdad estamos ante una epidemia de TDAH o es más bien una moda donde el sobrediagnóstico y la industria farmacéutica dictaminan la sentencia.
No dudamos de la existencia de este trastorno, algunos niños pueden tenerlo e incluso necesitar un tratamiento farmacológico. Sin embargo, consideramos que hay una epidemia de falsos positivos incrementada por las exigencias del concepto de salud. En este sentido, es imposible observar el DSM-5 sin diagnosticarse a uno mismo de 9 o 10 trastornos diferentes. Nadie se salva, estamos ante el mercado del miedo donde el concepto de Salud ha quedado idealizado y ajeno.
Como siempre añadimos, es de suma importancia realizar un estudio exhaustivo e individualizado de cada persona. En ocasiones, un niño puede mostrar síntomas correspondientes a los criterios diagnósticos de un TDAH. Pero esos síntomas son la punta del iceberg, es una manera reactiva de afrontar una realidad que le perturba. Con cada caso hay que ir al origen del síntoma. Esa es la única forma de fomentar el bienestar del niño y no disminuyendo de manera sistemática los síntomas que presenta. La consulta debe ser vista como un refugio donde puedan expresar sus necesidades afectivas. Solo de esta manera se puede indagar en las profundidades de la mente. Para ello, se requiere; tiempo, juego y mucho amor que aportarles.
Dentro de este trastorno hay muchas quejas demandadas desde el ámbito educativo. Es una labor positiva debido a que se fomenta la detención temprana y también se puede realizar una intervención preventiva. Sin embargo, también hay que tener una mirada crítica. ¿Por qué en vez de preguntarnos qué está mal en nuestro sistema educativo, preferimos pensar que nuestros niños son “demasiado movidos” o “no atienden” nuestras grandiosas clases magistrales? La manera en la que un niño aprende es mediante el juego, la autoexploración y el descubrimiento del mundo… no ante la repetición de cosas que no entiende, que no le interesan y que no comprende para que le van a resultar útiles. Hay que fomentar la participación activa en las aulas. Deberíamos escuchar más a los alumnos y aprender de lo que ellos pueden enseñarnos. Además, los diferentes tipos de inteligencias no están siendo tomadas en cuenta en el ámbito académico. Mucho cuidado con todo esto.
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[…] de una tablet o televisión. Añadimos más, el exceso de aparatos electrónicos se asocia con el TDAH y la baja tolerancia a la frustración. Un niño no puede estar quieto únicamente porque tenga una […]
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